Ander Ibarra, EurOst D.O.
El cólico del lactante es un motivo de consulta muy frecuente en las primeras semanas de vida, así como una fuente de preocupación e irritación para los padres que a menudo genera trastornos de ansiedad, fatiga y estrés en el seno de la familia. (1)
Se calcula que su prevalencia oscila entre el 8 y el 40%. Esta variabilidad se debe a la diferencia de criterios aplicados a la hora de definir “cólico del lactante” en los estudios epidemiológicos realizados. (2) Explicaremos esto más adelante. Para ello, es importante empezar por entender qué es el cólico del lactante
¿Qué es el cólico del lactante?
El cólico del lactante se caracteriza por el llanto intenso, virulento y periódico sin causa aparente (hambre, sueño, frío, calor, humedad…) y que, por lo tanto, no tiene consuelo aparente.
La definición aceptada durante décadas por consenso ha sido la de Wessel et al de 1954 (3): llanto intenso e inconsolable durante al menos 3 horas diarias, 3 o más días semanales durante al menos 3 semanas. A partir de la publicación de los criterios ROMA III (2006), se estableció que una semana basta para establecer el diagnóstico en ausencia de causa orgánica objetivable.
Esta disparidad de criterios explica en gran parte la enorme variabilidad en los estudios de prevalencia. A ello hay que sumar la subjetividad humana a la hora de valorar términos como intenso, virulento, inconsolable, paroxístico, etc.
Sólo en un 5% de los casos se llega a determinar una causa orgánica (lesión o disfunción objetivable, generalmente por imagen) de los cólicos del lactante. Es decir, el 95% de los casos corresponden a trastornos funcionales. Además, no hay ninguna prueba que determine que su origen sea intestinal. (4) De hecho, los expertos consideran que suele tratarse de un trastorno multifactorial. Sin embargo, padres y profesionales sanitarios tendemos a considerarlo o tratarlo como un problema intestinal, con la consiguiente elevada tasa de fracaso en el tratamiento.
¿Cómo podemos ayudar a tu bebé desde el abordaje osteopático?
Lo primero que debemos hacer es no asumir nada, especialmente no asumir que se trata de un problema gastrointestinal. Una entrevista concienzuda y una exploración exhaustiva determinarán qué problemas funcionales presenta el bebé y cuál es la manera de abordar dichos problemas. A partir de ahí se diseña un tratamiento personalizado para cada bebé.
Típicamente el tratamiento puede consistir en tres o cuatro consultas, y se consigue una mejoría notable en ese periodo de dos o tres semanas.
En este sentido, la evidencia científica disponible dice que los niños tratados con osteopatía mejoraron en un 63% sus horas de llanto y en un 11% sus horas de sueño, mientras que para el grupo control estos resultados fueron del 23% y 2%, respectivamente (5). Además, otros hallazgos incluyen que los niños tratados requirieron menos atención parental que los no tratados.
¿Qué hallazgos solemos encontrar en un bebé con cólico del lactante?
El abanico de hallazgos es amplio, pero enumeraré algunos de los más habituales:
- Dolor tipo ERGE o reflujo gastroesofágico: En este grupo es habitual encontrar síntomas como que el bebé llore a los pocos minutos de empezar a comer o que se separe del pecho, a pesar de que en principio muestra ganas de comer. Esos síntomas se suelen acompañar de signos como disfunciones diafragmáticas, torácicas, costales, de cardias o de píloro (las válvulas de entrada y salida al estómago)
- Disfunción diafragmática asociada a problema cervical: A menudo muestran síntomas parecidos al grupo anterior, pero la causa proviene de la incapacidad de transmitir la señal nerviosa correctamente al diafragma (raíces cervicales C3-C4-C5)
- Trastorno de contractilidad o motilidad del intestino, a menudo asociada al sistema lateral ortosimpático torácico o al parasimpático sacro o craneal: Este grupo incluye a los bebés que defecan con una frecuencia muy disminuida o muy aumentada. Igual que en el grupo anterior, los hallazgos frecuentemente muestran disfunciones en las estructuras relacionadas con la inervación de los órganos sintomáticos (ver imagen 1)

Imagen 1 – Sistema Nervioso Vegetativo y tubo digestivo: origen de la inervación del estómago y el intestino
- Irritabilidad de las membranas durales provocada por el mecanismo del parto: Este grupo es uno de los más importantes. El mecanismo del parto, en condiciones óptimas, somete al bebé a unas fuerzas compresivas extremas, hasta el punto de hacer pasar una cabeza y cuerpo relativamente grandes por un orificio muy pequeño en comparación. En el mejor de los casos (posición fetal adecuada, fuerzas aplicadas sobre el eje cráneo-caudal o vertical del feto, estructuras de la pelvis materna con libertad de movimiento intacta) es un momento traumático tanto para la madre como para el bebé, cuya cabeza (recordemos, membranosa en su bóveda) será sometida a una gran compresión para, una vez fuera, recuperar su forma, volumen y motilidad. Si a esto le añadimos algún parámetro sub-óptimo (por ejemplo, la fuerza aplicada fuera del eje vertical del bebé, generando fuerzas torsión e inclinación sobre éste) la recuperación de las características del cráneo puede verse comprometida, la irritación que sufran las membranas craneales aumentará y puede prolongarse en el tiempo. Esta irritación tiene características del dolor inflamatorio (se agudiza en reposo) y suele ser frecuente tras un parto instrumental (ventosa, fórceps), por ejemplo.
- Estrés: este puede ser personal o familiar. Se retroalimenta de la ansiedad y la fatiga propias del hecho de ser padres, con sus dudas e incertidumbres (en el caso de la ansiedad), así como del cansancio al final del día debido a la acumulación de estímulos que reduce los niveles de energía y la tolerancia a seguir recibiendo aún más estímulos excitatorios (en el caso de la fatiga).
Lo normal es que coexistan múltiples factores en el cuadro que presenta un bebé (por ejemplo, si le duele la tripa y llora desconsoladamente se genera una frustración por no poder consolarle y, el consiguiente estrés del entorno puede empeorar el cuadro). También es frecuente que los síntomas se solapen con otros, como trastornos del sueño por otras causas. Por tanto, es sumamente importante mantener la capacidad de encontrar la disfunción original, por una parte, y de ver la situación desde un prisma global que permita (a veces con una intervención manual más una simple explicación) mejorar los distintos elementos que pueden estar condicionando el bienestar familiar.
Biografía
(1) Roberts DM, Ostapchuk M, O’Brien JG (2004 Aug 15). «Infantile colic». Am Fam Physician 70 (4): 735-40. PMID 15338787.
(2) E. Ortega Páez, D. Barroso Espadero. Rev Pediatr Aten Primaria vol.15 supl.23 Madrid jun. 2013 http://dx.doi.org/10.4321/S1139-76322013000300009
(3) Wessel, MA; Cobb, JC; Jackson, EB; Harris, GS Jr; Detwiler, AC (1954). «Paroxysmal fussing in infancy, sometimes called colic». Pediatrics. 14 (5)
(4) Blesa Baviera LC. Trastornos digestivos funcionales pediátricos. Criterios Roma IV. En: AEPap (ed.). Curso de Actualización Pediatría 2017. Madrid: Lúa Ediciones 3.0; 2017. p. 99-114 https://www.aepap.org/sites/default/files/099-114_criterios_roma_iv.pdf
(5) Clive Hayden, Brenda Mullinger. A preliminary assessment of the impact of cranial osteopathy for the relief of infantile colic. Complementary Therapies in Clinical Practice, Volume 15, Issue 4, 2009, pp. 198-203 https://doi.org/10.1016/j.ctcp.2005.12.005